25.4.12
Entrevista de la revista digital Hoppes nº 9, sobre la violencia en el deporte
La Laguna, 1 de abril de 2012
¿Qué piensa del momento histórico actual de la violencia en el
deporte?
En este momento histórico, la
tendencia de deshumanización y aumento de la violencia[1] que
se advierte en diversas esferas también se observa en el deporte. El deporte es
un sistema menor, interdependiente e interrelacionado con el sistema mayor.
Este último, en las décadas anteriores, y, como consecuencia de procesos
políticos vinculados con el surgimiento del neoliberalismo (desregulación
financiera, privatizaciones, globalización financiera, etc.) ha impulsado que los
procesos financieros hayan dominado la esfera productiva, a la vez que los
mecanismos de redistribución se hayan deteriorado (menor peso de los servicios
públicos y mayor efecto de los paraísos fiscales) lo que ha traído aparejado
que la desigualdad se haya disparado.
Así pues, el sistema mayor está
construido sobre una base violenta, porque unos pocos[2] se
han apoderado de los medios de producción y controlan los medios de difusión,
por tanto, es un sistema injusto, en el que la riqueza está mal distribuida
(los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres[3]: la
riqueza se acumula en manos de cada vez menos personas) y las decisiones que
afectan al pueblo no se toman para favorecerlo y hacer aumentar el bienestar y
la equidad social, sino favorecer a esa minoría que acumula cada vez más
riqueza y más poder, aumentando paralelamente el dolor y sufrimiento de la
mayoría de la gente y con ello la violencia de todo tipo.
Ante este panorama, el deporte
espectáculo y profesional, que estaría en la cúspide de una pirámide, si
usáramos esta figura como representación de la importancia que tiene el deporte
a nivel social desde el punto de vista económico, político y mediático, y los
deportistas que participan en este nivel, estarían deshumanizándose de forma
acelerada y siendo objeto de uso por parte de los que lucran con este tipo de
actividad: grandes corporaciones comerciales y mediáticas. Pero además, se han
convertido en el ejemplo a seguir por millones de niños y jóvenes que siguen
sus logros en las redes, los medios televisivos y audiovisuales.
Consecuencia evidente de todos
estos fenómenos descritos es el crecimiento de la violencia tanto en el ámbito
personal, escolar, familiar, social y, por supuesto, en el deportivo.
El hecho de que hoy, millones de
personas de todas las edades, de todas las ciudades... están sintiendo el mismo
aislamiento, la misma incomunicación, la misma incertidumbre y la misma
desesperanza, nos demuestra que estas dificultades no son problemas personales,
sino problemas sociales que los padecemos en forma personal.
La violencia se ha instalado no
solo en el poder y en quienes dirigen el destino de los pueblos, sino también
en el interior de cada individuo, en las relaciones personales y en los
diversos grupos sociales independientemente de su condición cultural ó
económica.
La violencia se ha instalado en
el pensar y sentir de una sociedad, que peligrosamente observa cómo avanza y se
consolida la falsa idea de: “No existe solución al problema de la
violencia”.
Es necesario reflexionar
personalmente acerca de que “nadie puede sentirse ajeno a este problema”. Es
necesario entonces asumir un compromiso real frente a los problemas actuales,
reflexionando en que condiciones internas y externas queremos vivir y
decidiendo en que condiciones quisiéramos seguir viviendo.
¿Ha existido una evolución a
peor?
Sin caer en el pesimismo, creemos
que si, creemos que las cosas en el corto plazo no van a mejorar, sino todo lo
contrario. No obstante, somos optimistas a medio y largo plazo y empezamos a
observar algunos síntomas positivos que de convertirse en tendencia, seguro van
a cambiar a mejor este desgraciado panorama que hemos dibujado. Está naciendo
una sensibilidad[4] que se corresponde con los
nuevos tiempos. Es una sensibilidad que capta al mundo como una globalidad y
que advierte que las dificultades de las personas en cualquier lugar terminan
implicando a otras aunque se encuentren a mucha distancia.
También están surgiendo nuevos
criterios de acción al comprenderse la globalidad de muchos problemas,
advirtiéndose que la tarea de aquellos que quieren un mundo mejor será efectiva
si se la hace crecer desde el medio en el que se tiene alguna influencia. A
diferencia de otras épocas llenas de frases huecas con las que se buscaba
reconocimiento externo, hoy se empieza a valorar el trabajo humilde y sentido
mediante el cual no se pretende agrandar la propia figura sino cambiar uno
mismo y ayudar a hacerlo al medio inmediato familiar, laboral y de relación.
Los que quieren realmente a la gente no desprecian esa tarea sin estridencias,
incomprensible en cambio para cualquier oportunista formado en el antiguo
paisaje de los líderes y la masa, paisaje en el que él aprendió a usar a otros
para ser catapultado hacia la cúspide social. Cuando alguien comprueba que el
individualismo esquizofrénico ya no tiene salida y comunica abiertamente a
todos sus conocidos qué es lo que piensa y qué es lo que hace sin el ridículo
temor a no ser comprendido; cuando se acerca a otros; cuando se interesa por
cada uno y no por una masa anónima; cuando promueve el intercambio de ideas y
la realización de trabajos en conjunto; cuando claramente expone la necesidad
de multiplicar esa tarea de reconexión en un tejido social destruido por otros;
cuando siente que aún la persona más “insignificante” es de superior calidad
humana que cualquier desalmado puesto en la cumbre de la coyuntura epocal...
cuando sucede todo esto, es porque en el interior de ese alguien comienza a
hablar nuevamente el Destino que ha movido a los pueblos en su mejor dirección
evolutiva, ese Destino tantas veces torcido y tantas veces olvidado, pero
reencontrado siempre en los recodos de la historia. No solamente se vislumbra
una nueva sensibilidad, un nuevo modo de acción sino, además, una nueva actitud
moral y una nueva disposición táctica frente a la vida. Si se me apurara a
precisar lo enunciado más arriba diría que la gente, aunque esto se haya
repetido desde hace tres milenios, hoy experimenta novedosamente la necesidad y
la verdad moral de tratar a los demás como quisiera ser tratada.
¿Quién es el mayor culpable:
referenciación; padres; medios; sociedad?
Solo podemos entender el fenómeno
de la violencia si lo analizamos en contexto y como un proceso intencional, sea
individual o social (la violencia se ejerce con la intención de conseguir algún
interés para quien la ejerce en contra de quien es objeto de ella). Y, tal como
decíamos anteriormente, la violencia en el deporte no es tan distinta a la que
se da dentro de su contexto mayor, que es el social. La violencia es como una
enfermedad infecciosa, no queda aislada dentro de un individuo o institución
que la practica, sino que contagia a quienes están relacionados directamente
con ambos. Cuanta mayor influencia tenga ese individuo o institución mayor
cantidad de personas se verán afectadas por su violencia, sea del tipo que sea.
Desde este punto de vista, no
hay mayores enemigos de la gente, del pueblo que los banqueros; especuladores y
usureros fanáticos de la "religión del dinero". Ellos son los
culpables máximos de la situación actual. El valor del dinero para ellos es lo
prioritario, hasta tal punto que estamos frente a una verdadera idolatría al
dinero que va generando una suerte de religión monetarista. Como consecuencia
todos los valores humanos se trastocan; nadie confía en nadie; ninguno vale por
lo que es sino por lo que posee, mejor dicho: por lo que puede poseer en un
corto plazo de tiempo. Se traicionan todas las relaciones mientras se crea otro
extremo social con todas las lacras de pobreza extrema, alcoholismo,
drogadicción, delincuencia, crimen y narcotráfico (con lo cual no sólo aumenta
la droga sino también una economía violenta en base a capitales ilícitos).
Estos fanáticos del dinero no respetan nada,
ni siquiera la industria (que da progreso y puestos de trabajo), de modo que
pueden despedir centenares de personas sin pestañear, en la ávida búsqueda de
un rédito inmediato. De modo que los financieros usureros de la banca
internacional y sus acólitos son los responsables de la violencia económica que
genera los demás tipos de violencia social.
La "idolatría del dinero" en la que
se basan es la máxima deshumanización ya que las personas no importan sino la
cuenta bancaria, las tarjetas de crédito, etc. créditos usureros que se basan
en el "compre ahora y pague después", apoyándose en el aparente
registro de ilusorio alivio que da el poder disponer de un dinero que se podrá
pagar más adelante cómodamente.
No ven el malestar general causado, y esto es
así no por falta de capacidad sino, simplemente porque no les conviene a sus
intereses. Por otro lado, consiguen enredar todo con el muy conocido
bandolerismo semántico a través del cual dicen una cosa pero sucede otra muy
distinta, como la "sociedad libre", el "libre mercado",
"libre competencia" etc., y la libertad no se ve por ningún lado. Esta
actitud mentirosa que estamos considerando, ha generado en los pueblos
desilusión y cansancio, no quieren saber nada con nada, están hartos y no le
creen a nadie.
Los banqueros tienen como cómplices a los
políticos y a los grandes medios de comunicación de los que son sus dueños. El
principal problema de los políticos del momento, es la soberbia. Mas que
problemas de ideas o de intereses, fundamentalmente el problema es la soberbia
injustificada e infundada que tienen los políticos y que les lleva a tener
anestesiada la capacidad para escuchar a la gente. Hasta que esa actitud no
cambie, hasta que no mejore esa total incapacidad para escuchar, tendremos
serios problemas de dirección, de eficacia, etc. Lo más sorprendente es que no
intentan cambiar sus conductas a pesar de las deudas, el déficit, los
desempleados, la corrupción, el narcotráfico, etc., etc. Observamos que los
partidos políticos, que pareciera que trabajaran con gente, en realidad se
basan en inversiones financieras (tanta inversión en publicidad, tantos
préstamos bancarios, tantos parlamentarios), habiendo un acuerdo tácito entre
los partidos para eliminar la militancia activa y real, porque es incómoda ya
que puede presionar y puede exigir. Ahora es fácil reemplazar militancia por
profesionales, dirigentes por ejecutivos, todo al gusto de las compañías
liberales del sistema que tienen en sus manos los medios masivos de
comunicación. En suma que manipulando la información, manejando los recursos,
fabricando imágenes publicitarias tienden a perpetuarse en el poder,
reconvirtiendo esquemas y representantes.
Evidentemente que nosotros, los ciudadanos
normales y corrientes, si nos ilusionamos, participamos y nos creemos los
antivalores del sistema: el éxito individual por encima del comunitario, la
competitividad por encima de la cooperación, el “todo para mí” por encima del
“todo para todos”, el todo vale para trepar en la escala social, el consumo
desproporcionado movido por la creencia de que la felicidad la da la posesión
de más y mejores objetos, a costa del deterioro ambiental y la explotación
laboral en países emergentes, etc., entonces somos cómplices también de estar
en esta situación.
¿Qué
puede aportar el humanismo a la reducción de esa violencia?
Lo que interesa comprender es que
cuando el deporte se instrumenta para fines que no apuntan al desarrollo y
beneficio de la persona, es porque está concebido desde una postura y visión
del ser humano que lleva a su cosificación y, por tanto, a su deshumanización.
El deporte debe asumir la tarea
no sólo de humanizarse a sí mismo, sino también de contribuir a la humanización
de la sociedad. Por eso el nuevo humanismo tiene un importante papel que jugar,
dando al deporte los fundamentos, principios y valores que le brinden la
orientación adecuada para volver a encontrar su sentido, su razón de ser.
Pensamos que es necesario
fortalecerse internamente, rechazando el nihilismo y dando lugar a un futuro
siempre abierto a nuevas opciones, como podrían ser las siguientes actitudes
personales:
1.- Un trato personal basado
en la regla de oro de la ética humanista: “Trato a los demás como quisiera ser
tratado”.
2.- Una conducta interna y externa basada en
la coherencia: “Actúo sobre la base de aquello que pienso y siento es lo mejor
para mi vida y la vida de aquellos que me rodean”
3.- Desarrollo de las propias cualidades y
atención a las cualidades de los demás.
El nuevo humanismo pone enmarques,
referencias para dar una dirección mental y hay quienes pueden seguir esa
dirección con facilidad, mientras que otros lo hacen con dificultad, dándose
encontronazos a cada paso. También proponemos el tema del centro de gravedad
interno o, presentado con otro leguaje, hablamos de sentido de la vida, de
humanizar. Cuando nosotros proponemos humanizar la economía, la política, la
cultura, el deporte, etc., esto aparentemente no tiene mucha gracia, no aparece
chispeante ni atractivo y la gente tiende a lanzarse a otras cosas más
llamativas, dejándose atrapar psicológicamente.
El problema es que al des-centrarse, al
salirse de enmarque, se produce sufrimiento en uno y en los demás. Cuando vemos
(cada vez menos) a la gente encantada con cosas del sistema, están fuera de sí,
alteradas y no pueden oír, de modo que no nos queda otra posibilidad que
esperar a que se desencanten, se des-ilusionen para poder ver nuestra propuesta
o quizás otras mejores que la nuestra.
En efecto, al estar descentrado se produce
sufrimiento y violencia y uno siente que "todo le pasa" y no sabe
bien por qué. En cambio, cuando se cuenta con centro de gravedad uno está libre
y eso es extraordinario. Esa libertad interna es lo importante aunque no tenga
tanto atractivo en apariencia. Ese centro de gravedad y esa libertad interna no
acarrean sufrimiento ni a uno mismo ni a los demás. La libertad interna es el
indicador del centro de gravedad y la conducta válida hacia los demás es su
correlato humano.
Esto nos lleva a ver el concepto de la
existencia "en si" y la existencia "para otros". Hay
quienes, al no disponer de centro de gravedad, siempre están dependiendo de los
demás, de los valores externos, resultando huecos por dentro, llevados por el
oleaje externo permanentemente, siendo arrastrados como hojas por el viento y
moviéndose siempre con una mirada externa en donde todo se ve plano, movido por
hilos externos y sin profundidad.
Con la mirada interna todo se dimensiona.
Es importante comprender los mecanismos de la
fascinación que producen la pérdida del centro de gravedad.
Uno ha de aclararse respecto de lo que
realmente quiere y hacerlo coherentemente, sólo hay una condición: no
perjudicar a nadie. Por eso distinguimos entre un sufrimiento padecido por las
contradicciones internas y aquél provocado por quienes siguen los valores del
sistema y quieren hacer sus caprichos a toda costa, sin tener en cuenta a los
demás, sufriendo y haciendo sufrir por eso. A escala social, los trepadores del
sistema hacen eso: sufren y hacen sufrir a todos con sus "tropismos".
¿Qué tipo de violencia es
la más común? Religiosa, racial, psicológica, física, moral… ¿cuál es la más
preocupante?
Si hablamos desde el punto de
vista general, creemos que los tipos de violencia más comunes son la violencia
económica, que traducida a lo deportivo podríamos caracterizarla así: la
explotación de deportistas por parte de directivos o managers, la compra de
partidos para amañar un resultado o una clasificación, el fraude de resultados
deportivos para amañar apuestas deportivas, la sobreexplotación publicitaria de
la imagen de deportistas con condiciones leoninas suelen ser ejemplos de
violencia económica en el ámbito deportivo.
Y el otro tipo de violencia más
generalizado es la violencia psicológica.
Sucesos como la desvalorización de los
deportistas contrarios o insultos y descalificaciones previos a los partidos o
competiciones, potenciados por los medios de comunicación, para desestabilizar
al equipo o deportistas del otro equipo y “calentar” un partido o competición
en la que se juegan una buena clasificación o un campeonato, suelen ser
expresiones, de violencia psicológica en el deporte.
Y creemos que el más preocupante
es la violencia moral en la que
incurre quien es cómplice de cualquier forma de violencia. Esta admite varios
grados, pero cualquiera que, aunque no esté directamente comprometido,
consiente o no hace nada por impedir la violencia, es también responsable por
ella y sus consecuencias.
Dejar de ser un testigo pasivo de
la violencia y comenzar a transformar las condiciones de violencia es un tema
de responsabilidad moral.
También habría que hablar de
otros tipos de violencia, como la violencia sexual, laboral, política o
institucional, etc.
“Cuando se habla de violencia, generalmente
se hace alusión a la violencia física, por ser ésta la expresión más evidente
de la agresión corporal. Otras formas como la violencia racial, religiosa,
sexual, etc., en ocasiones pueden actuar ocultando su carácter y desembocando,
en definitiva, en el avasallamiento de la intención y la libertad humanas. Cuando éstas se ponen de manifiesto, se
ejercen también por coacción física. El correlato de toda forma de violencia es
la discriminación[5].”
¿En qué consiste la NO violencia
activa?
De la situación de violencia
deriva todo conflicto personal y social. La solución al problema de las
diferentes formas de violencia existe, nuestra propuesta inicial reside en el estudio y aplicación de la No-Violencia Activa ”.
Puede confundirse a la
no-violencia con una actitud pasiva. Por el contrario, se trata de una actitud
activa, valiente, comprometida y solidaria. La no-violencia tiene fuerza. Es
una fuerza moral que avanza y hace evolucionar al Ser Humano. Educar para la No-Violencia Activa
implica desactivar los mecanismos de la violencia en la vida social y también
en la vida cotidiana.
Porque creemos que la violencia
es un error de conducta y se aprende, también creemos en la necesidad de
aprender la no violencia activa como metodología de acción social, interpersonal
y personal. Entendemos a la no violencia no únicamente como conducta sin
violencia, sino como una activa disposición para ponerse en el lugar del otro,
para intentar comprenderlo desde ahí. Sabemos que hablamos de un ideal, de una
aspiración, que a pesar de lo difícil de la empresa, esta nos orienta y
recompensa a cada paso. Realza la humanidad en nosotros y nos libera,
progresivamente, del dolor y el sufrimiento.
¿Cómo califica de exitosa la
marcha mundial por la paz? Son necesarias este tipo de iniciativas? ¿Falta más
movilidad?
La Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia , fue
una iniciativa de Mario Rodríguez Cobos, Silo, fundador del Movimiento
Humanista y de la corriente de opinión denominada Nuevo Humanismo. Dicha Marcha
fue impulsada y desarrollada por el organismo humanista, Mundo sin Guerras y
sin Violencia y comenzó en Wellington, Nueva Zelanda, el 2 de octubre de 2009,
y culminó el 2 de enero de 2010 en el Parque Punta de Vacas, a los pies del
monte Aconcagua, el “techo de América”. Durante esos 90 días recorrió cerca de
100 países, con la participación de millones de personas de todas las culturas,
en un acto que impactó las conciencias de millones de seres humanos acerca del
flagelo del armamento y la violencia, y sobre todo acerca del peligro nuclear.
Ese fue su éxito, el de
concienciar acerca de estos peligros, pero también porque advirtió de la necesidad urgente de dar una
salida a esta crisis, de ofrecer una alternativa en la no-violencia, como única
alternativa real a este sistema que se cae a pedazos. No pretendemos ser
apocalípticos, pero la amenaza de una guerra nuclear está hoy más presente
incluso que en la época de la guerra fría; y si no fuera una guerra atómica, de
todos modos este sistema violento nos lleva al desastre, más tarde o más
temprano, ya sea por vía del hambre, la enfermedad, la injusticia, la
ignorancia, la guerra convencional, la inseguridad ciudadana o la lucha entre
sexos y generaciones. Ahora más que nunca se hace necesario mostrar la única
alternativa que hay frente a la violencia que se ejerce desde el sistema en
crisis: la de la no-violencia activa.
Nosotros
pensamos que esta crisis que está padeciendo el sistema es importante y la
enfocamos desde el punto de vista de su aprovechamiento. Para ello deberíamos
tener en cuenta la imagen que se tiene del sistema; si tenemos la imagen de una
cárcel (que se está cayendo a pedazos), si es cárcel hemos de querer salir y
cuanto antes se caigan las paredes más pronto podremos liberarnos. Si, en
cambio, se tiene una imagen de dependencia absoluta, entonces uno se imagina
que junto a la caída del sistema se cae también. Nada más equivocado, con el
sistema se caen quienes están atornillados a él, que es el caso del espectro
total de la clase política y adláteres en el poder, desde la derecha
explotadora hasta la izquierda mentirosa. Se caen todos, porque todos están
enchufados succionando del sistema, sus viditas dependen de la relación con el
sistema y están inquietos porque, con instinto animal, sienten en su interior
el derrumbe del sistema. Así, cada propuesta que hacen está teñida por ese
derrumbe interno.
Esto
hay que tenerlo muy en claro y por ello es imprescindible que podamos avanzar
en nuestra lucha para ahorrar dolor y violencia y es importante el entender que
nosotros estamos levantando el mundo que viene, lo que sigue a la caída del
sistema, y que por ende somos optimistas respecto de la construcción del futuro
y no estamos caídos como los hombres del sistema ni vencidos como los
vapuleados por estos.
¿Es inevitable la violencia?
La violencia no es un fenómeno
natural como podría serlo el rayo o la lluvia y el viento. La violencia es
evitable y se la puede ir ganando terreno hasta hacerla desaparecer
completamente. Porque creemos que la violencia es un error de conducta y se
aprende, también creemos en la necesidad de aprender la no violencia como
metodología de acción social, interpersonal y personal.
Desde el punto de vista de la
libertad humana, no es lo mismo creer que el ser humano desarrolla su vida como
respuesta refleja o pasiva frente a las condiciones y acontecimientos que la
rodean, que creer que el ser humano modifica y crea intencionalmente tales
condiciones y acontecimientos.
En otras palabras, la nota
distintiva de lo humano es que posee intencionalidad (tender hacia, dirección
hacia), algo por cierto inexistente en el mundo natural. La intencionalidad
está por "encima" de lo natural, de lo mecánico, de lo causal, de lo
fáctico, de lo dado. Es lo que impulsa, "succiona" al ser humano
hacia el futuro con sus causas e ideales; es lo que le confiere dignidad al
alzarse en rebelión contra el absurdo de lo natural.
La superación del dolor y el
sufrimiento aparece, pues, como un proyecto básico que guía a la acción humana.
Este futuro se convierte en impulso y dirección fundamental de la vida. Es esta
intención la que ha requerido y posibilitado la comunicación entre cuerpos e
intenciones diversas en lo que llamamos la "constitución social".
En el mundo social y humano todo
es intencional, nada es natural; ni aun la violencia que genera sufrimiento. El
hecho de que el ser humano no posea una "naturaleza" del modo en que
la tiene cualquier objeto, el hecho de que su intención tienda a superar las
determinaciones naturales, muestra su historicidad radical: es devenir, es
transformación, es apertura al cambio. La constitución social es tan histórica
como la vida humana, es configurante de la vida humana. Su transformación es
continua merced a intenciones, no como ocurre en la naturaleza. En la naturaleza
los cambios no ocurren merced a intenciones.
La intencionalidad colectiva es
el proceso histórico conjunto del ser humano en una dirección. El ser humano va
aprovechando el proceso histórico, va aprovechando todo para construir un nuevo
hombre, una nueva sociedad, un nuevo mundo. El proceso histórico se entiende
como el despliegue creciente de la intencionalidad humana en su lucha por
superar el dolor (físico) y el sufrimiento (mental).
El mundo (incluido el cuerpo) es el punto de
aplicación de la intencionalidad humana, aquella de superar el dolor y el
sufrimiento. Y al hacerlo transforma el mundo, lo humaniza; con lo que el ser
humano no puede sino transformarse, humanizarse. El ser humano se constituye y
se construye en su acción en el mundo; y con ello dota de sentido a su vida, al
largo proceso de la historia, y al absurdo de la inintencionada naturaleza.
Considerando lo dicho, afirmamos
que no existe limitación "natural" alguna que obligue al ser humano,
que le impida elegir su mejor futuro, saliendo así de una visión
"naturalista" del dolor y el sufrimiento, de la inevitabilidad de la
violencia, saliendo de una prehistoria humana, y construyendo intencionalmente
una historia mundial, cálidamente humana, en la que el mundo sea prótesis de la
nación humana universal.
Ramón E. Rojas
Hernández
Maestro, especialista
en Educación Física
Director del Servicio
de Deportes de la Universidad de La Laguna
Seguidor activo del
nuevo humanismo o humanismo universalista
Notas
[1] La
violencia se manifiesta como la acción y efecto de despojar al otro de su
intencionalidad (y, por cierto, de su libertad); como acción de sumergir al ser
humano, o a los conjuntos humanos, en el mundo de la naturaleza. O sea, por la
violencia se anonada la intención de otros, considerándolos objetos, prótesis
de mi propio cuerpo, en cuyo caso debo "vaciar" su subjetividad
totalmente (objetivizándolos) o, por lo menos, en aquellas regiones del pensar,
el sentir, o el actuar que deseo gobernar de modo inmediato. Las distintas
formas de violencia (física, económica, racial, religiosa, psicológica, etc.)
son expresiones de la negación de lo humano en el otro.
[2] En
Estados Unidos el movimiento de los indignados, conocido como The Occupy Wall
Street, ha utilizado el lema “we are the 99%” para manifestar su visión
de lo que es la sociedad moderna. Lo que ese lema expresa es que hay un sector
minoritario de la población, el del 1%, que tiene el poder político y es capaz
de determinar las políticas que llevan a cabo los gobiernos. Pero aún va más
lejos, puesto que lo que aseguran es que esas políticas responden a unos
intereses, los de ese 1%, que son antagónicos de los intereses del resto de la
población, esto es, el 99%.
[3] El
90% más pobre de la población ingresa en 2008 un 60% más que lo que ingresaba
en 1980 (aunque recuerdo la heterogeneidad que existe dentro de este inmenso
grupo). Lo interesante es comprobar cómo según miramos a los grupos más ricos
vemos más enriquecimiento en términos de ingresos. Es decir, desde 1980 a 2008 los que más se
han beneficiado del proceso económico han sido los más ricos. En especial los
más ricos dentro de los ricos, que en el caso de los súper-ricos han visto
incrementarse sus ingresos medios anuales un 275%. Fuente: http://www.agarzon.net/?p=1746
[4] Primera carta a mis
amigos: “Sobre la crisis social y
personal en el momento actual”. Silo
[5] La discriminación es una acción manifiesta o larvada de
diferenciación de un individuo o grupo humano en base a la negación de sus
intenciones y libertades. Esto se efectúa siempre en contraste con la
afirmación de especiales atributos, virtudes o valores que se arroga para sí el
discriminador. Tal proceder se correlaciona con una "mirada" (con una
sensibilidad o con una ideología) objetivante de la realidad humana. Designa un
tipo de trato de inferioridad en cuanto a derechos y consideración social de
las personas, organizaciones y estados, por su raza, étnia, sexo, edad,
cultura, religión, ideología, según los casos. Privación premeditada o
limitación de los derechos y ventajas. Diccionario del Nuevo Humanismo, 1996.
Publicación del Centro Mundial de Estudios Humanistas.