25.4.12

 

Entrevista de la revista digital Hoppes nº 9, sobre la violencia en el deporte


La Laguna, 1 de abril de 2012

¿Qué piensa del momento histórico actual de la violencia en el deporte?

En este momento histórico, la tendencia de deshumanización y aumento de la violencia[1] que se advierte en diversas esferas también se observa en el deporte. El deporte es un sistema menor, interdependiente e interrelacionado con el sistema mayor. Este último, en las décadas anteriores, y, como consecuencia de procesos políticos vinculados con el surgimiento del neoliberalismo (desregulación financiera, privatizaciones, globalización financiera, etc.) ha impulsado que los procesos financieros hayan dominado la esfera productiva, a la vez que los mecanismos de redistribución se hayan deteriorado (menor peso de los servicios públicos y mayor efecto de los paraísos fiscales) lo que ha traído aparejado que la desigualdad se haya disparado.

Así pues, el sistema mayor está construido sobre una base violenta, porque unos pocos[2] se han apoderado de los medios de producción y controlan los medios de difusión, por tanto, es un sistema injusto, en el que la riqueza está mal distribuida (los ricos son cada vez más ricos y los pobres más pobres[3]: la riqueza se acumula en manos de cada vez menos personas) y las decisiones que afectan al pueblo no se toman para favorecerlo y hacer aumentar el bienestar y la equidad social, sino favorecer a esa minoría que acumula cada vez más riqueza y más poder, aumentando paralelamente el dolor y sufrimiento de la mayoría de la gente y con ello la violencia de todo tipo.

Ante este panorama, el deporte espectáculo y profesional, que estaría en la cúspide de una pirámide, si usáramos esta figura como representación de la importancia que tiene el deporte a nivel social desde el punto de vista económico, político y mediático, y los deportistas que participan en este nivel, estarían deshumanizándose de forma acelerada y siendo objeto de uso por parte de los que lucran con este tipo de actividad: grandes corporaciones comerciales y mediáticas. Pero además, se han convertido en el ejemplo a seguir por millones de niños y jóvenes que siguen sus logros en las redes, los medios televisivos y audiovisuales.

Consecuencia evidente de todos estos fenómenos descritos es el crecimiento de la violencia tanto en el ámbito personal, escolar, familiar, social y, por supuesto, en el deportivo.

El hecho de que hoy, millones de personas de todas las edades, de todas las ciudades... están sintiendo el mismo aislamiento, la misma incomunicación, la misma incertidumbre y la misma desesperanza, nos demuestra que estas dificultades no son problemas personales, sino problemas sociales que los padecemos en forma personal.

La violencia se ha instalado no solo en el poder y en quienes dirigen el destino de los pueblos, sino también en el interior de cada individuo, en las relaciones personales y en los diversos grupos sociales independientemente de su condición cultural ó económica.

La violencia se ha instalado en el pensar y sentir de una sociedad, que peligrosamente observa cómo avanza y se consolida la falsa idea de: “No existe solución al problema de la violencia”.

Es necesario reflexionar personalmente acerca de que “nadie puede sentirse ajeno a este problema”. Es necesario entonces asumir un compromiso real frente a los problemas actuales, reflexionando en que condiciones internas y externas queremos vivir y decidiendo en que condiciones quisiéramos seguir viviendo.

¿Ha existido una evolución a peor?

Sin caer en el pesimismo, creemos que si, creemos que las cosas en el corto plazo no van a mejorar, sino todo lo contrario. No obstante, somos optimistas a medio y largo plazo y empezamos a observar algunos síntomas positivos que de convertirse en tendencia, seguro van a cambiar a mejor este desgraciado panorama que hemos dibujado. Está naciendo una sensibilidad[4] que se corresponde con los nuevos tiempos. Es una sensibilidad que capta al mundo como una globalidad y que advierte que las dificultades de las personas en cualquier lugar terminan implicando a otras aunque se encuentren a mucha distancia.

También están surgiendo nuevos criterios de acción al comprenderse la globalidad de muchos problemas, advirtiéndose que la tarea de aquellos que quieren un mundo mejor será efectiva si se la hace crecer desde el medio en el que se tiene alguna influencia. A diferencia de otras épocas llenas de frases huecas con las que se buscaba reconocimiento externo, hoy se empieza a valorar el trabajo humilde y sentido mediante el cual no se pretende agrandar la propia figura sino cambiar uno mismo y ayudar a hacerlo al medio inmediato familiar, laboral y de relación. Los que quieren realmente a la gente no desprecian esa tarea sin estridencias, incomprensible en cambio para cualquier oportunista formado en el antiguo paisaje de los líderes y la masa, paisaje en el que él aprendió a usar a otros para ser catapultado hacia la cúspide social. Cuando alguien comprueba que el individualismo esquizofrénico ya no tiene salida y comunica abiertamente a todos sus conocidos qué es lo que piensa y qué es lo que hace sin el ridículo temor a no ser comprendido; cuando se acerca a otros; cuando se interesa por cada uno y no por una masa anónima; cuando promueve el intercambio de ideas y la realización de trabajos en conjunto; cuando claramente expone la necesidad de multiplicar esa tarea de reconexión en un tejido social destruido por otros; cuando siente que aún la persona más “insignificante” es de superior calidad humana que cualquier desalmado puesto en la cumbre de la coyuntura epocal... cuando sucede todo esto, es porque en el interior de ese alguien comienza a hablar nuevamente el Destino que ha movido a los pueblos en su mejor dirección evolutiva, ese Destino tantas veces torcido y tantas veces olvidado, pero reencontrado siempre en los recodos de la historia. No solamente se vislumbra una nueva sensibilidad, un nuevo modo de acción sino, además, una nueva actitud moral y una nueva disposición táctica frente a la vida. Si se me apurara a precisar lo enunciado más arriba diría que la gente, aunque esto se haya repetido desde hace tres milenios, hoy experimenta novedosamente la necesidad y la verdad moral de tratar a los demás como quisiera ser tratada.

¿Quién es el mayor culpable: referenciación; padres; medios; sociedad?

Solo podemos entender el fenómeno de la violencia si lo analizamos en contexto y como un proceso intencional, sea individual o social (la violencia se ejerce con la intención de conseguir algún interés para quien la ejerce en contra de quien es objeto de ella). Y, tal como decíamos anteriormente, la violencia en el deporte no es tan distinta a la que se da dentro de su contexto mayor, que es el social. La violencia es como una enfermedad infecciosa, no queda aislada dentro de un individuo o institución que la practica, sino que contagia a quienes están relacionados directamente con ambos. Cuanta mayor influencia tenga ese individuo o institución mayor cantidad de personas se verán afectadas por su violencia, sea del tipo que sea. Desde este punto de vista, no hay mayores enemigos de la gente, del pueblo que los banqueros; especuladores y usureros fanáticos de la "religión del dinero". Ellos son los culpables máximos de la situación actual. El valor del dinero para ellos es lo prioritario, hasta tal punto que estamos frente a una verdadera idolatría al dinero que va generando una suerte de religión monetarista. Como consecuencia todos los valores humanos se trastocan; nadie confía en nadie; ninguno vale por lo que es sino por lo que posee, mejor dicho: por lo que puede poseer en un corto plazo de tiempo. Se traicionan todas las relaciones mientras se crea otro extremo social con todas las lacras de pobreza extrema, alcoholismo, drogadicción, delincuencia, crimen y narcotráfico (con lo cual no sólo aumenta la droga sino también una economía violenta en base a capitales ilícitos).

Estos fanáticos del dinero no respetan nada, ni siquiera la industria (que da progreso y puestos de trabajo), de modo que pueden despedir centenares de personas sin pestañear, en la ávida búsqueda de un rédito inmediato. De modo que los financieros usureros de la banca internacional y sus acólitos son los responsables de la violencia económica que genera los demás tipos de violencia social.

La "idolatría del dinero" en la que se basan es la máxima deshumanización ya que las personas no importan sino la cuenta bancaria, las tarjetas de crédito, etc. créditos usureros que se basan en el "compre ahora y pague después", apoyándose en el aparente registro de ilusorio alivio que da el poder disponer de un dinero que se podrá pagar más adelante cómodamente.

No ven el malestar general causado, y esto es así no por falta de capacidad sino, simplemente porque no les conviene a sus intereses. Por otro lado, consiguen enredar todo con el muy conocido bandolerismo semántico a través del cual dicen una cosa pero sucede otra muy distinta, como la "sociedad libre", el "libre mercado", "libre competencia" etc., y la libertad no se ve por ningún lado. Esta actitud mentirosa que estamos considerando, ha generado en los pueblos desilusión y cansancio, no quieren saber nada con nada, están hartos y no le creen a nadie.

Los banqueros tienen como cómplices a los políticos y a los grandes medios de comunicación de los que son sus dueños. El principal problema de los políticos del momento, es la soberbia. Mas que problemas de ideas o de intereses, fundamentalmente el problema es la soberbia injustificada e infundada que tienen los políticos y que les lleva a tener anestesiada la capacidad para escuchar a la gente. Hasta que esa actitud no cambie, hasta que no mejore esa total incapacidad para escuchar, tendremos serios problemas de dirección, de eficacia, etc. Lo más sorprendente es que no intentan cambiar sus conductas a pesar de las deudas, el déficit, los desempleados, la corrupción, el narcotráfico, etc., etc. Observamos que los partidos políticos, que pareciera que trabajaran con gente, en realidad se basan en inversiones financieras (tanta inversión en publicidad, tantos préstamos bancarios, tantos parlamentarios), habiendo un acuerdo tácito entre los partidos para eliminar la militancia activa y real, porque es incómoda ya que puede presionar y puede exigir. Ahora es fácil reemplazar militancia por profesionales, dirigentes por ejecutivos, todo al gusto de las compañías liberales del sistema que tienen en sus manos los medios masivos de comunicación. En suma que manipulando la información, manejando los recursos, fabricando imágenes publicitarias tienden a perpetuarse en el poder, reconvirtiendo esquemas y representantes.

Evidentemente que nosotros, los ciudadanos normales y corrientes, si nos ilusionamos, participamos y nos creemos los antivalores del sistema: el éxito individual por encima del comunitario, la competitividad por encima de la cooperación, el “todo para mí” por encima del “todo para todos”, el todo vale para trepar en la escala social, el consumo desproporcionado movido por la creencia de que la felicidad la da la posesión de más y mejores objetos, a costa del deterioro ambiental y la explotación laboral en países emergentes, etc., entonces somos cómplices también de estar en esta situación.

¿Qué puede aportar el humanismo a la reducción de esa violencia?

Lo que interesa comprender es que cuando el deporte se instrumenta para fines que no apuntan al desarrollo y beneficio de la persona, es porque está concebido desde una postura y visión del ser humano que lleva a su cosificación y, por tanto, a su deshumanización.
El deporte debe asumir la tarea no sólo de humanizarse a sí mismo, sino también de contribuir a la humanización de la sociedad. Por eso el nuevo humanismo tiene un importante papel que jugar, dando al deporte los fundamentos, principios y valores que le brinden la orientación adecuada para volver a encontrar su sentido, su razón de ser.

Pensamos que es necesario fortalecerse internamente, rechazando el nihilismo y dando lugar a un futuro siempre abierto a nuevas opciones, como podrían ser las siguientes actitudes personales:

1.- Un trato personal basado en la regla de oro de la ética humanista: “Trato a los demás como quisiera ser tratado”.

2.- Una conducta interna y externa basada en la coherencia: “Actúo sobre la base de aquello que pienso y siento es lo mejor para mi vida y la vida de aquellos que me rodean”

3.- Desarrollo de las propias cualidades y atención a las cualidades de los demás.
El nuevo humanismo pone enmarques, referencias para dar una dirección mental y hay quienes pueden seguir esa dirección con facilidad, mientras que otros lo hacen con dificultad, dándose encontronazos a cada paso. También proponemos el tema del centro de gravedad interno o, presentado con otro leguaje, hablamos de sentido de la vida, de humanizar. Cuando nosotros proponemos humanizar la economía, la política, la cultura, el deporte, etc., esto aparentemente no tiene mucha gracia, no aparece chispeante ni atractivo y la gente tiende a lanzarse a otras cosas más llamativas, dejándose atrapar psicológicamente.

El problema es que al des-centrarse, al salirse de enmarque, se produce sufrimiento en uno y en los demás. Cuando vemos (cada vez menos) a la gente encantada con cosas del sistema, están fuera de sí, alteradas y no pueden oír, de modo que no nos queda otra posibilidad que esperar a que se desencanten, se des-ilusionen para poder ver nuestra propuesta o quizás otras mejores que la nuestra.

En efecto, al estar descentrado se produce sufrimiento y violencia y uno siente que "todo le pasa" y no sabe bien por qué. En cambio, cuando se cuenta con centro de gravedad uno está libre y eso es extraordinario. Esa libertad interna es lo importante aunque no tenga tanto atractivo en apariencia. Ese centro de gravedad y esa libertad interna no acarrean sufrimiento ni a uno mismo ni a los demás. La libertad interna es el indicador del centro de gravedad y la conducta válida hacia los demás es su correlato humano.

Esto nos lleva a ver el concepto de la existencia "en si" y la existencia "para otros". Hay quienes, al no disponer de centro de gravedad, siempre están dependiendo de los demás, de los valores externos, resultando huecos por dentro, llevados por el oleaje externo permanentemente, siendo arrastrados como hojas por el viento y moviéndose siempre con una mirada externa en donde todo se ve plano, movido por hilos externos y sin profundidad.

Con la mirada interna todo se dimensiona.

Es importante comprender los mecanismos de la fascinación que producen la pérdida del centro de gravedad.

Uno ha de aclararse respecto de lo que realmente quiere y hacerlo coherentemente, sólo hay una condición: no perjudicar a nadie. Por eso distinguimos entre un sufrimiento padecido por las contradicciones internas y aquél provocado por quienes siguen los valores del sistema y quieren hacer sus caprichos a toda costa, sin tener en cuenta a los demás, sufriendo y haciendo sufrir por eso. A escala social, los trepadores del sistema hacen eso: sufren y hacen sufrir a todos con sus "tropismos".

 ¿Qué tipo de violencia es la más común? Religiosa, racial, psicológica, física, moral… ¿cuál es la más preocupante?

Si hablamos desde el punto de vista general, creemos que los tipos de violencia más comunes son la violencia económica, que traducida a lo deportivo podríamos caracterizarla así: la explotación de deportistas por parte de directivos o managers, la compra de partidos para amañar un resultado o una clasificación, el fraude de resultados deportivos para amañar apuestas deportivas, la sobreexplotación publicitaria de la imagen de deportistas con condiciones leoninas suelen ser ejemplos de violencia económica en el ámbito deportivo.

Y el otro tipo de violencia más generalizado es la violencia psicológica. Sucesos como la desvalorización de los deportistas contrarios o insultos y descalificaciones previos a los partidos o competiciones, potenciados por los medios de comunicación, para desestabilizar al equipo o deportistas del otro equipo y “calentar” un partido o competición en la que se juegan una buena clasificación o un campeonato, suelen ser expresiones, de violencia psicológica en el deporte.

Y creemos que el más preocupante es la violencia moral en la que incurre quien es cómplice de cualquier forma de violencia. Esta admite varios grados, pero cualquiera que, aunque no esté directamente comprometido, consiente o no hace nada por impedir la violencia, es también responsable por ella y sus consecuencias.

Dejar de ser un testigo pasivo de la violencia y comenzar a transformar las condiciones de violencia es un tema de responsabilidad moral.

También habría que hablar de otros tipos de violencia, como la violencia sexual, laboral, política o institucional, etc.

“Cuando se habla de violencia, generalmente se hace alusión a la violencia física, por ser ésta la expresión más evidente de la agresión corporal. Otras formas como la violencia racial, religiosa, sexual, etc., en ocasiones pueden actuar ocultando su carácter y desembocando, en definitiva, en el avasallamiento de la intención y la libertad humanas.  Cuando éstas se ponen de manifiesto, se ejercen también por coacción física. El correlato de toda forma de violencia es la discriminación[5].”

¿En qué consiste la NO violencia activa?

De la situación de violencia deriva todo conflicto personal y social. La solución al problema de las diferentes formas de violencia existe, nuestra propuesta inicial reside en el estudio y aplicación de la No-Violencia Activa”.

Puede confundirse a la no-violencia con una actitud pasiva. Por el contrario, se trata de una actitud activa, valiente, comprometida y solidaria. La no-violencia tiene fuerza. Es una fuerza moral que avanza y hace evolucionar al Ser Humano. Educar para la No-Violencia Activa implica desactivar los mecanismos de la violencia en la vida social y también en la vida cotidiana.

Porque creemos que la violencia es un error de conducta y se aprende, también creemos en la necesidad de aprender la no violencia activa como metodología de acción social, interpersonal y personal. Entendemos a la no violencia no únicamente como conducta sin violencia, sino como una activa disposición para ponerse en el lugar del otro, para intentar comprenderlo desde ahí. Sabemos que hablamos de un ideal, de una aspiración, que a pesar de lo difícil de la empresa, esta nos orienta y recompensa a cada paso. Realza la humanidad en nosotros y nos libera, progresivamente, del dolor y el sufrimiento.

¿Cómo califica de exitosa la marcha mundial por la paz? Son necesarias este tipo de iniciativas? ¿Falta más movilidad?

La Marcha Mundial por la Paz y la No-violencia, fue una iniciativa de Mario Rodríguez Cobos, Silo, fundador del Movimiento Humanista y de la corriente de opinión denominada Nuevo Humanismo. Dicha Marcha fue impulsada y desarrollada por el organismo humanista, Mundo sin Guerras y sin Violencia y comenzó en Wellington, Nueva Zelanda, el 2 de octubre de 2009, y culminó el 2 de enero de 2010 en el Parque Punta de Vacas, a los pies del monte Aconcagua, el “techo de América”. Durante esos 90 días recorrió cerca de 100 países, con la participación de millones de personas de todas las culturas, en un acto que impactó las conciencias de millones de seres humanos acerca del flagelo del armamento y la violencia, y sobre todo acerca del peligro nuclear.

Ese fue su éxito, el de concienciar acerca de estos peligros, pero también porque advirtió de la necesidad urgente de dar una salida a esta crisis, de ofrecer una alternativa en la no-violencia, como única alternativa real a este sistema que se cae a pedazos. No pretendemos ser apocalípticos, pero la amenaza de una guerra nuclear está hoy más presente incluso que en la época de la guerra fría; y si no fuera una guerra atómica, de todos modos este sistema violento nos lleva al desastre, más tarde o más temprano, ya sea por vía del hambre, la enfermedad, la injusticia, la ignorancia, la guerra convencional, la inseguridad ciudadana o la lucha entre sexos y generaciones. Ahora más que nunca se hace necesario mostrar la única alternativa que hay frente a la violencia que se ejerce desde el sistema en crisis: la de la no-violencia activa.

Nosotros pensamos que esta crisis que está padeciendo el sistema es importante y la enfocamos desde el punto de vista de su aprovechamiento. Para ello deberíamos tener en cuenta la imagen que se tiene del sistema; si tenemos la imagen de una cárcel (que se está cayendo a pedazos), si es cárcel hemos de querer salir y cuanto antes se caigan las paredes más pronto podremos liberarnos. Si, en cambio, se tiene una imagen de dependencia absoluta, entonces uno se imagina que junto a la caída del sistema se cae también. Nada más equivocado, con el sistema se caen quienes están atornillados a él, que es el caso del espectro total de la clase política y adláteres en el poder, desde la derecha explotadora hasta la izquierda mentirosa. Se caen todos, porque todos están enchufados succionando del sistema, sus viditas dependen de la relación con el sistema y están inquietos porque, con instinto animal, sienten en su interior el derrumbe del sistema. Así, cada propuesta que hacen está teñida por ese derrumbe interno.

Esto hay que tenerlo muy en claro y por ello es imprescindible que podamos avanzar en nuestra lucha para ahorrar dolor y violencia y es importante el entender que nosotros estamos levantando el mundo que viene, lo que sigue a la caída del sistema, y que por ende somos optimistas respecto de la construcción del futuro y no estamos caídos como los hombres del sistema ni vencidos como los vapuleados por estos.

¿Es inevitable la violencia?

La violencia no es un fenómeno natural como podría serlo el rayo o la lluvia y el viento. La violencia es evitable y se la puede ir ganando terreno hasta hacerla desaparecer completamente. Porque creemos que la violencia es un error de conducta y se aprende, también creemos en la necesidad de aprender la no violencia como metodología de acción social, interpersonal y personal.

Desde el punto de vista de la libertad humana, no es lo mismo creer que el ser humano desarrolla su vida como respuesta refleja o pasiva frente a las condiciones y acontecimientos que la rodean, que creer que el ser humano modifica y crea intencionalmente tales condiciones y acontecimientos.

En otras palabras, la nota distintiva de lo humano es que posee intencionalidad (tender hacia, dirección hacia), algo por cierto inexistente en el mundo natural. La intencionalidad está por "encima" de lo natural, de lo mecánico, de lo causal, de lo fáctico, de lo dado. Es lo que impulsa, "succiona" al ser humano hacia el futuro con sus causas e ideales; es lo que le confiere dignidad al alzarse en rebelión contra el absurdo de lo natural.

La superación del dolor y el sufrimiento aparece, pues, como un proyecto básico que guía a la acción humana. Este futuro se convierte en impulso y dirección fundamental de la vida. Es esta intención la que ha requerido y posibilitado la comunicación entre cuerpos e intenciones diversas en lo que llamamos la "constitución social".

En el mundo social y humano todo es intencional, nada es natural; ni aun la violencia que genera sufrimiento. El hecho de que el ser humano no posea una "naturaleza" del modo en que la tiene cualquier objeto, el hecho de que su intención tienda a superar las determinaciones naturales, muestra su historicidad radical: es devenir, es transformación, es apertura al cambio. La constitución social es tan histórica como la vida humana, es configurante de la vida humana. Su transformación es continua merced a intenciones, no como ocurre en la naturaleza. En la naturaleza los cambios no ocurren merced a intenciones.

La intencionalidad colectiva es el proceso histórico conjunto del ser humano en una dirección. El ser humano va aprovechando el proceso histórico, va aprovechando todo para construir un nuevo hombre, una nueva sociedad, un nuevo mundo. El proceso histórico se entiende como el despliegue creciente de la intencionalidad humana en su lucha por superar el dolor (físico) y el sufrimiento (mental).

El mundo (incluido el cuerpo) es el punto de aplicación de la intencionalidad humana, aquella de superar el dolor y el sufrimiento. Y al hacerlo transforma el mundo, lo humaniza; con lo que el ser humano no puede sino transformarse, humanizarse. El ser humano se constituye y se construye en su acción en el mundo; y con ello dota de sentido a su vida, al largo proceso de la historia, y al absurdo de la inintencionada naturaleza.

Considerando lo dicho, afirmamos que no existe limitación "natural" alguna que obligue al ser humano, que le impida elegir su mejor futuro, saliendo así de una visión "naturalista" del dolor y el sufrimiento, de la inevitabilidad de la violencia, saliendo de una prehistoria humana, y construyendo intencionalmente una historia mundial, cálidamente humana, en la que el mundo sea prótesis de la nación humana universal.

Ramón E. Rojas Hernández
Maestro, especialista en Educación Física
Director del Servicio de Deportes de la Universidad de La Laguna
Seguidor activo del nuevo humanismo o humanismo universalista

Notas


[1] La violencia se manifiesta como la acción y efecto de despojar al otro de su intencionalidad (y, por cierto, de su libertad); como acción de sumergir al ser humano, o a los conjuntos humanos, en el mundo de la naturaleza. O sea, por la violencia se anonada la intención de otros, considerándolos objetos, prótesis de mi propio cuerpo, en cuyo caso debo "vaciar" su subjetividad totalmente (objetivizándolos) o, por lo menos, en aquellas regiones del pensar, el sentir, o el actuar que deseo gobernar de modo inmediato. Las distintas formas de violencia (física, económica, racial, religiosa, psicológica, etc.) son expresiones de la negación de lo humano en el otro.

[2] En Estados Unidos el movimiento de los indignados, conocido como The Occupy Wall Street, ha utilizado el lema “we are the 99%” para manifestar su visión de lo que es la sociedad moderna. Lo que ese lema expresa es que hay un sector minoritario de la población, el del 1%, que tiene el poder político y es capaz de determinar las políticas que llevan a cabo los gobiernos. Pero aún va más lejos, puesto que lo que aseguran es que esas políticas responden a unos intereses, los de ese 1%, que son antagónicos de los intereses del resto de la población, esto es, el 99%.

[3] El 90% más pobre de la población ingresa en 2008 un 60% más que lo que ingresaba en 1980 (aunque recuerdo la heterogeneidad que existe dentro de este inmenso grupo). Lo interesante es comprobar cómo según miramos a los grupos más ricos vemos más enriquecimiento en términos de ingresos. Es decir, desde 1980 a 2008 los que más se han beneficiado del proceso económico han sido los más ricos. En especial los más ricos dentro de los ricos, que en el caso de los súper-ricos han visto incrementarse sus ingresos medios anuales un 275%. Fuente: http://www.agarzon.net/?p=1746

[4] Primera carta a mis amigos: “Sobre la crisis social y personal en el momento actual”. Silo

[5] La discriminación es una acción manifiesta o larvada de diferenciación de un individuo o grupo humano en base a la negación de sus intenciones y libertades. Esto se efectúa siempre en contraste con la afirmación de especiales atributos, virtudes o valores que se arroga para sí el discriminador. Tal proceder se correlaciona con una "mirada" (con una sensibilidad o con una ideología) objetivante de la realidad humana. Designa un tipo de trato de inferioridad en cuanto a derechos y consideración social de las personas, organizaciones y estados, por su raza, étnia, sexo, edad, cultura, religión, ideología, según los casos. Privación premeditada o limitación de los derechos y ventajas. Diccionario del Nuevo Humanismo, 1996. Publicación del Centro Mundial de Estudios Humanistas.
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http://hoppes9revista.wordpress.com/2012/04/24/latigazo-al-deporte/ 

http://hoppes9revista.wordpress.com/2012/04/23/el-trabalenguas-del-deporte-escolar/ 

Los anteriores son los enlaces de los dos reportajes de Hoppes nº9 sobre violencia en el deporte. 


Hoppes nº 9 es una revista especializada en delincuencia 


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